Hoy desperté cuando el sol pegaba en mi ventana, me sentía plena, llena, descansada, despreocupada. Me quedé en la cama hasta que mis ojos se despabilaron y salté a empezar mi día. Sentí el agua tan fresca sobre mi cara, la dejaba correr mientras mis manos querían acariciarla, desde niña quize acariciar el agua, atrapar al viento, guardar en frascos aquellos olores que me recuerdan lo que mas amo, pero vuelvo a mirarme en el espejo y vuelvo a la realidad de que esos olores solo quedaron atrapados en mi.
Esta mañana de domingo parecía perfecta, tuve todo lo que necesité para ser feliz; me acerque al balcón, la brisa movía las cortinas y parecía que me llamaban, me invitaban a apreciar el día, desde la altura de mi casa podía ver a los niños jugar en las hamacas de la plaza, podía escuchar sus risas que se mezclaban con el canto de los pájaros, podía oler la paz del día, y podía sentirte cerca, tan cerca de mí.
Quize que hoy fuera un día genial, disfruté cada paso que dí, salí a pasear en mi bicicleta, quería sentirme cansada de disfrutar, quería empacharme de felicidad. La naturaleza se puso a mi favor, los árboles me acariciaron con sus hojas, mientras un sol tan limpio de nubes le ponía luz al día, las nubes estaban tan tímidas ante semejante astro que decidieron no salir hoy.
Y paré un rato a descansar mis piernas, mientras mi mente no te soltaba ni por un instante, a pesar de ver tanta belleza en soledad, fue como si la distancia no nos separara, como si tu corazón y el mío estuvieran pegados, conectados, amarrados....como si latieran al mismo tiempo.
Disfruté de todo, y volví a casa, quería que el día no acabara, y sentir en la noche que todo fue perfecto...
Ahora me siento tan bien, que al apagar la luz , dejaré que la luna entre por la ventana y me dé en la cara, la miraré hasta quedar rendida, y me dormiré pensando que las estrellas son tus ojos que me cuidan....
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